La principal función de un antifaz es privarnos del sentido que más utilizamos en el día a día: la vista. Sin poder ver, obligamos al resto de los sentidos a funcionar de forma más intenso. El Olfato, el tacto, el oído y el gusto se convierten en una fuente de sensaciones más placenteras y provocadoras. Sensaciones de gran intensidad en las que quizás no habíamos reparado antes.
Otra de las maravillas de usar un antifaz en tus juegos de pareja es la emoción de lo desconocido. Ante la falta del estímulo visual, el cerebro de la persona que no puede ver empieza a funcionar intentando anticipar lo que sucederá. Un roce, una caricia, un susurro inesperado pueden convertirse en una fuente de placer simplemente por el factor sorpresa.